Un reciente estudio publicado en PlosOne concluye que el Omeprazol y otros IBPs parecen asociarse a una mayor frecuencia de eventos cardiovasculares isquémicos, en concreto infarto agudo de miocardio, siendo este riesgo más alto en pacientes sanos, sin antecedentes cardiológicos, e independiente de la toma de Clopidogrel.
Estamos seguros que este estudio creará una nueva alerta, sobre todo mediática, similar a la que ya vivimos en su momento con otro trabajo que ya comentamos y criticamos aquí por su dudosa calidad científica y alta repercusión mediática, en el que se concluía una mayor incidencia de demencia asociada a déficit de Vitamina B12 en los pacientes que consumían habitualmente Omeprazol.
Pocos fármacos como el Omeprazol y otros IBPs han cambiado el curso natural de enfermedades digestivas de alta prevalencia (más del 15% de la población) que hasta su llegada presentaban frecuentes complicaciones graves y a veces mortales, como la úlcera péptica (hemorragia, estenosis o perforación), gastropatía asociada a aspirina, antiagregantes y antinflamatorios no esteroideos (con similares complicaciones), y enfermedad por reflujo gastroesofágico (con secuelas como la estenosis péptica, esófago de Barrett, adenocarcinoma gástrico o neumonía aspirativa). Sin duda que este fármaco ha contribuido a disminuir significativamente la mortalidad, sobre todo en pacientes mayores con enfermedad cardiopulmonar, y a mejorar notablemente su calidad de vida. ¿Entonces, porqué determinados científicos, están empeñados en demonizarlo si ellos y sus pacientes son los principales beneficiados?.
Volvamos al estudio de la polémica. Estudio restrospectivo, criticable desde el punto de vista científico por el alto sesgo que implica, ya que es un estudio observacional que se realiza a partir de determinadas historias clínicas ya escritas cuando se inicia el trabajo y por tanto sin el control previo de los que hacen la valoración final de los resultados. Estudio que no tiene en cuenta variables como el equipo que recoge los datos y sobre todo la obesidad, el tabaco o el alcohol, elementos que sin duda aumenta el riesgo cardiovascular y también la frecuencia de enfermedad por reflujo gastroesofágico y su gravedad. No es de extrañar que sean precisamente estos lo pacientes más consumidores de Omeprazol y en general IBPs, surgiéndome una duda malévola ¿no serán más bien estas las verdaderas causas contibuyentes a la cardiopatía isquémica de estos pacientes? Por tanto las conclusiones de éste trabajo pueden ser criticables desde el punto de vista de cualquier investigador… hasta sus mismos autores hacen alusión a la veracidad de su trabajo y refieren que se necesitan más estudios para llegar claramente a conclusiones fehacientes (me imagino que una revista como PlosOne y sus revisores no hubieran permitido su publicación sin este baño final de humildad). Habrá que esperar al futuro posicionamiento de las Sociedades Científicas de Gastroenterología, que seguro pondrán los puntos sobre las íes, como ya hicieron en otros casos similares.
No obstante desde aquí, como ya dijimos en su momento, es bueno que exista conciencia de que los medicamentos tienen bondades pero también peligros, incluso aquellos que durante años hemos usado pacientes y médicos sin problemas aparentes. Es por tanto obligación del médico advertir que el uso indiscriminado de medicamentos, muchas veces sin indicación y sin control no es bueno, y esto sin duda sabemos que ha ocurrido con el Omeprazol y otros IBPs, llamados en el acervo popular “el protector gástrico” y que algunos pacientes no consideraban por tanto como fármacos, con el riego que esto implica. Pero también es nuestra obligación aclarar determinadas informaciones que no impresionan ser del todo verdaderas y que a veces inundan los medios de comunicación, también sin control y que pueden ser tan dañinas o más que el motivo que las inspiró.
Por último hay que recordar también que los antiH2 (Ranitidina y Famotidina), los que se han preconizado como sustitutos del Omeprazol y otros IBPs en este y otros trabajos, tienen una nula eficacia en controlar la ERGE moderada o severa, no son eficaces tampoco como gastroprotectores, ni se usan en los protocolos actuales de curación de úlceras asociadas a Helicobacter Pylori o AINEs. Además estos fármacos no están exentos tampoco de interacciones medicamentosas y efectos secundarios. Por tanto es absurdo y casi no parece serio que se indiquen en estos trabajos que pueden ser la alternativa al Omeprazol y otros IBPs. Los que en su día vimos un claro incremento de hemorragias digestivas graves asociada a Clopidrogel tras la retirada de Omeprazol y otros IBPs, e introducción de Ranitidina como supuesto gastroenteroprotector, por su teórica menor interacción medicamentosa, sabemos de que hablamos. Afortunadamente poco después quedaron exentos de culpa al menos el Lansoprazol, Pantoprazol y Rabeprazol, con los que nunca se demostró interacción medicamentosa con el Clopidrogel que justificara su no uso.
Noticia cedida por: www.funcionales.es